Collares antiladridos, castigos y operaciones
Además de las estrategias en positivo para eliminar y prevenir los ladridos de tu perro, existen otras que no toman en cuenta el bienestar de los perros, pero que son muy frecuentes.
Yo no recomiendo ninguna de esas estrategias, y en todo caso estoy abiertamente en contra de ellas, pero considero importante que las conozcas para que también conozcas sus desventajas. De esta forma, si alguien te recomienda usarlas sabrás de qué se tratan y podrás negarte con conocimiento de causa.
Estas estrategias que yo rechazo consisten en el uso de collares antiladridos, los castigos físicos y la operación de cuerdas vocales.
Los collares antiladridos
Los collares antiladridos son collares con dispositivos especializados para causar molestia o incluso daño al perro cada vez que éste ladra. Algunos modelos de estos collares emiten choques eléctricos cada vez que el perro ladra, y otros lanzan alguna sustancia aversiva (como la citronela) a la cara del perro.
La idea detrás de este procedimiento es castigar al perro en el mismo momento en que ladra y, de esta manera, eliminar los ladridos. En teoría eso es correcto porque el castigo es contingente a la conducta que se quiere eliminar, pero no hay que olvidar que los castigos pueden dar origen a nuevas conductas inapropiadas.
Así, los collares antiladridos pueden ayudar a eliminar los ladridos pero también generar agresión o una timidez excesiva en el perro, incluso con micción por sumisión. Es por eso que no se constituyen en las herramientas más idóneas de adiestramiento canino.
Imagina que un perro con un collar antiladridos ladra justo cuando está cerca de un niño que juega. Si el collar es de choques eléctricos, puede desencadenar la agresión por el dolor (y esto ha ocurrido más de una vez con collares y cercas eléctricas). Si el collar es de los que lanzan citronela, la agresión también puede desencadenarse por la frustración producida por el castigo, aún cuando éste no es físicamente intenso.
Otro problema de los collares antiladridos es que pueden activarse por ladridos de perros que están cerca. Por tanto, no sirven cuando hay más de un perro en casa. Y en ese caso, el perro afectado puede desarrollar problemas complejos de conducta, porque los castigos no son contingentes a ninguna conducta que él realiza.
Además, aún en los casos en que los collares antiladridos funcionen, las causas de los ladridos no se habrán eliminado. Por tanto, es muy probable que aparezcan nuevas conductas inadecuadas que reemplacen a los ladridos del perro. Esto es especialmente cierto cuando se usan estos collares en razas de perros que han sido criadas para ladrar en diferentes circunstancias, como los shelties.
Castigos para eliminar los ladridos
Muchos propietarios y entrenadores inexpertos apelan a los castigos físicos para eliminar los ladridos. Lastimosamente, esas personas no comprenden que los castigos deben aplicarse inmediatamente después de la conducta que se quiere eliminar y que pueden tener consecuencias impredecibles.
Generalmente esos castigos consisten en golpes o tirones de collar, pero es muy raro que se apliquen con un buen timing porque los perros no están todo el tiempo cerca de sus propietarios ni de sus entrenadores. La consecuencia de esos castigos en el largo plazo es el desarrollo de nuevas conductas problemáticas en el perro. Además, los castigos físicos casi nunca dan buenos resultados para eliminar los ladridos.
Lo más frecuente es que el propietario se acostumbre a castigar a su perro, y el perro a ser castigado, y transcurra el resto de la vida de su perro castigándolo cada vez que ladra, sin eliminar los ladridos.
Por otra parte, hay adiestradores que recomiendan gritar, golpear una puerta, lanzar algo ruidoso cerca del perro o hacer cualquier ruido fuerte cada vez que el perro ladra. Este es otro tipo de castigo positivo que no suele tener un impacto tan negativo sobre los perros (excepto en perros muy sensibles), pero que tampoco tiene resultados muy alentadores.
Gritar o hacer algún ruido cuando el perro ladra puede ayudar a cortar el ladrido en el momento (aunque no en todos los casos), pero no elimina los ladridos en el largo plazo. Si conoces un entrenador que sigue esta estrategia podrás ver que hace lo mismo cada día sin que los perros dejen de ladrar. Esos entrenadores no se dan cuenta, pero al hacer eso sólo siguen una rutina, no modifican conductas.
Operación de cuerdas vocales
Es un procedimiento quirúrgico que consiste en retirar parte del tejido de las cuerdas vocales del perro. Cuando el perro se recupera de la operación todavía puede seguir ladrando, pero su volumen es mucho menor porque tiene menos tejido para crear las vibraciones acústicas.
La operación se realiza con anestesia general y según los veterinarios es más simple que esterilizar una hembra o castrar un macho. De cualquier manera, existen los riesgos asociados a cualquier operación con anestesia general: reacciones adversas a la anestesia, sangrado, infecciones y dolor durante el período de recuperación.
A pesar que esta operación suele reducir el volumen de los ladridos, en pocos casos el tejido cicatrizado forma una masa de mayor tamaño y el perro ladra más fuerte o puede presentar problemas den la laringe. En esos casos, es necesario operar nuevamente.
Los defensores de esta operación argumentan a su favor diciendo que los perros no presentan problemas psicológicos después de la cirugía. Sin embargo, aún cuando esto puede ser cierto, la operación no elimina las causas de los ladridos y esto puede tener consecuencias negativas en el largo plazo.
Es como si las pastillas de freno del auto hicieran ruido y uno se preocupara solamente de eliminar el ruido y no de cambiar las pastillas. Sí, al principio puede ser fantástico no tener esa molestia acústica, pero a futuro pueden surgir problemas más serios por no haber atacado la causa sino sólo los síntomas.
Otro argumento que utilizan los defensores de la operación de cuerdas vocales es que algunos perros no pueden ser entrenados para no ladrar porque esa conducta es parte de su repertorio instintivo. De hecho, una vez leí ese argumento en un artículo escrito por una criadora de shelties y jueza de estructura del AKC.
Es cierto que algunas razas son ladradoras por naturaleza y la mayoría de los perros de esas razas no pueden ser entrenados para no ladrar. Pero también es cierto que actualmente uno tiene todas las facilidades para investigar una raza antes de adquirir un perro.
Es absurdo e irresponsable adquirir un perro de una raza ladradora sabiendo que uno no tiene la capacidad ni las condiciones para manejar ese asunto sin mutilar al perro. En mi opinión, esa criadora de shelties no tiene el más mínimo respeto por sus perros, porque cría animales a los que sabe que va a tener que alterar quirúrgicamente para no tener problemas.
En fin, estas son las tres estrategias para eliminar los ladridos que considero inhumanas y antiéticas, y que por supuesto no recomiendo.